Sentir la peligrosa cercanía del descenso, ser el único club gerenciado por una S.A. y no por sus socios (aunque éstos estén bastante cabreados de la S.A.), jugadores más pendientes de saber si van a cobrar que de la pretemporada, plantillas que no se pueden cerrar ante la incertidumbre económica, estrellas que se van sin demasiado ruido, un entrenador sacado de las divisiones inferiores del club, alineaciones que se nutren excesivamente de juveniles, tener a tu máximo rival de inquilino en tu estadio.
Problemas que harían hablar de un momento nefasto para cualquier club. No tanto para Racing, para quien, desgraciadamente, todo eso supone la triste cotidianeidad de los últimos años, sólo rota por aquel milagroso título de 2001. Tiempos normales para éste, mi grande, que tiene que estar más atento hacia la lucha por el descenso (si bien la situación todavía no es agobiante) que por los primeros puestos.
El año pasado, ni Merlo (el artífice del último título), ni Costas (un histórico jugador) supieron (o pudieron) enderezar la marcha de la Acadé, que acabó 13ª en el Clasura y 12ª en el Apertura. Esta vez se parte con Miguel Micó, del que más allá de su correcta labor en los juveniles de varios clubes y su cara de buen tipo no tengo muchas referencias. Quién sabe si no logrará armar un equipo coherente hilvanando unos cuantos mimbres interesantes que hay en la plantilla: Hilario Navarro (el joven portero que ya vinculan con la selección), Gabriel Mercado, Bastía y su garra, Claudio Yacob, el eterno goleador Facundo Sava y, sobre todo, el gran hijo pródigo, Maximiliano Moralez, retornado por un año desde Moscú, la gran esperanza para dar criterio al centro del campo albiceleste.
Poca cosa a priori para pelear por el Clausura, pero el equipo ha dado buenas señales en el torneo de verano, con solo una derrota ante River, empates ante Independiente y Boca y victoria contra San Lorenzo. ¿Quién sabe? Paso a paso se llega muy lejos, incluso en los malos tiempos.
viernes, 15 de febrero de 2008
malos cotidianos tiempos para racing
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martes, 12 de febrero de 2008
el nuevo rico: san lorenzo
De los estadios de los cinco grandes de Argentina, el único que me falta por ver es el Nuevo Gasómetro de San Lorenzo de Almagro. No es por casualidad: la cancha se ubica en el barrio del Bajo Flores, al lado de la villa 1-11-14, que,según cuentan, es la más peligrosa de la ciudad y mis amigos autóctonos me insistieron una y otra vez de que no era el mejor sitio para pasear. Puede que sea cierto o quizás sea una simple exageración de los medios, pero en definitiva, está claro que el lugar que eligió el club tras su destierro no es la zona más elegante de la Capital Federal ni un espacio dado a consumir caviar.
Paradójicamente, este año los cuervos ejercen de millonarios y nuevos ricos del campeonato argentino. Tras ganar el último Clausura, la ilusión de la afición (no tanto de un Ramón Díaz más frío) es ir a por todas, a por la liga y a por la Libertadores (es el único grande que no ha ganado la copa continental), en este año en el que se celebra el centenario del club.
Con el apoyo financiero de Tinelli (el presentador-para-todo en Argentina, que en España se le recuerda por su triste paso por el Badajoz) y de otros grupos empresarios el club ha fichado a varios jugadores europeos y bien conocidos en España: el lateral Placente (ex Celta y Bayer), el delantero Bergessio (ex Benfica) y sobre todo, la nueva gran estrella santa, el Cabezón D'Alessandro, rebotado del Zaragoza y llegado al equipo de Boedo a pesar de los rumores que lo ubicaban en River. Por nombre, estos fichajes formarían un equipo temible, que se une a la base de la defensa del equipo campeón del 2007 (Orión, Tula, Mendez, Bottinelli, Voboril, Rivero) y a un entrenador, el Pelado Díaz más que sensato. El problema es que el fútbol no siempre es matemático ni respeta a los nuevos millonarios.
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domingo, 10 de febrero de 2008
clausura 2008: boca y river
En el fondo, uno siente cierto gusto cuando ve a los poderosos pasarlo mal. Y la trayectoria de Boca y River, los dos grandes por excelencia, en los campeonatos argentinos de los últimos años no ha sido la mejor. Los xeneizes llevan sin ganar una liga desde 2006 (temporada en la que consiguieron el bicampeonato). A los millonarios les va todavía peor: no dan la vuelta olímpica desde el Clausura de 2002, en la época de Cavenaghi. Como signo de los tiempos y de la situación, por primera vez desde 1995 ambos clubes empiezan el año con dos nuevos técnicos: Ischia (el antiguo asistente del virrey Bianchi, a pesar del desastroso desempeño en Rosario Central) y Simeone.
Pero puede que el pasado campeonato fuera la última oportunidad para que equipos más pequeños como Estudiantes o Lanús lograran el éxito más grande, porque este año Boca y River parecen ir muy en serio.
Los auriazules (a fin de cuentas, campeones de la Libertadores) vuelven a contar con Riquelme (algo que ya debería desequilibrar la balanza a su favor), al que hay que sumar al central Cáceres (ex River y una pieza veterana para una defensa quizás demasiado joven tras la marcha de Krupoviesa) y al centrocampista Castromán. Unido a los clásicos Palermo, Palacio y Battaglia, más el espíritu Bianchi que representa Ischia, quizá conviertan a Boca en el claro favorito para ganar el campeonato.
River, tras el convulsionado año pasado (y no sólo en las canchas) en el que acabó 14º en el Apertura y eliminado en primera ronda de la Libertadores por el Caracas, tiene buena pinta. Llega Simeone a hacerse cargo de un club dañado en su orgullo, que ha perdido a Belluschi (alguien que la rompía hace un año, pero que se ha ido diluyendo), pero que sigue con el mítico Ariel Ortega y el colombiano Falcao, a los que se añade en un gran ataque, el conocídisimo Loco Abreu. Simeone ha empezado con dudas sobre si aplicar un 3-3-3-1 o un 4-2-3-1, pero quizá sea el entrenador ideal para darle fe a un equipo que lo ha pasado tan mal y tan falto de autoestima. Quizás no sea suficiente para ganar el Clausura, pero la cosa va por buen camino: River ganó el campeonato de verano y la revancha a Boca en Mendoza. Y arriba, Alexis Sánchez está maravillando.
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