La Europa sin fronteras, con una moneda para todos y un Parlamento común es un milagro que parecía imposible hace unos 70 años. Durante siglos, los europeos hemos guerreado y nos hemos masacrado (hasta el paroxismo de las dos guerras mundiales), hemos recelado unos de otros, hemos acusado al vecino de los mayores malos y nos hemos traicionado cientos de veces. Que Europa viva hoy en paz y que trabajemos juntos por un proyecto común es algo sorprendente y digno de admiración y más todavía si se tiene en cuenta la increíble rapidez de este proceso.
Pero obviamente, siglos de malos rollos no se pueden borrar mágicamente en unas pocas décadas y es curioso que el fútbol sea uno de los espacios donde esos piques y enemistades se pueden expresar libremente. Casi siempre se trata de rivalidades sanas que no van más allá de algunas burlas, pero a veces pueden sacar a la luz cuestiones más graves y más profundas: especialmente si los países implicados no han saldado correctamente sus cuentas con el pasado.
Posiblemente las dos naciones europeas con más rencores acumulados y no sanados sean Alemania y Polonia. Por ejemplo, la batalla de Grunwald, en la que polacos y lituanos soprendieron a la Orden Teutónica en 1410, todavía se celebra como fecha nacional. Historias terribles no han faltado en el último siglo: invasión nazi, campos de concentración, extensas zonas antiguamente alemanas pasando a Polonia tras la guerra... La guerra fría no hizo más que cortar todavía más las relaciones entre ambos países (y tampoco fueron muy buenas entre Polonia y Alemania Oriental), imposibilitando un debate sobre lo ocurrido y una reconciliación. Y ya en los últimos años, la política nacionalista de los Kaczynski y la moratoria alemana para la llegada de inmigrantes polacos no ha ayudado para acabar con los recelos a ambos lados del Oder.
Y así llegamos a la Eurocopa, con ambos países en el mismo grupo, y al escándalo de los famosos montajes: el de Leo Beenhakker con las cabezas de Ballack y Löw y, otro menos conocido publicado en Fakt, el del entrenador holandés a punto de decapitar con su espada a un Michael arrodillado.
Las fotos son inquietantes si inducimos a través de ellas el odio que pueden sentir los polacos hacia sus vecinos. Realmente no es algo agradable de ver y prueba que no existe una gran simpatía, pero tampoco debemos llegar a ser alarmistas. En primer lugar, porque la realidad es siempre compleja y enmarañada. Resulta que el diario Fakt, el más leído en Polonia, fue comprado justo tras la transición por Axel Springer, ni más ni menos que ¡el propietario del tabloide alemán Bild!. Así que, a pesar de la inoportunidad de las portadas y de que recogerán algo del espíritu realmente existente, no sería extraño que sólo quisieran generar polémica, aumento de ventas y beneficios para el propietario único.
Y en segundo porque el proceso de unión está borrando las fronteras y uniendo nuestra historias cada vez más. Resulta curioso que un polaco que regresa a su país natal al menos tres veces al año fuera el encargado de meterle dos goles a Polonia.
martes, 10 de junio de 2008
no corten más cabezas
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2 comentarios:
Vaya, parece que no soy el unico que encuentra positivo ese proceso de union...(y es que pensar que menos de 15 años despues de estar matandose entre ellos u ocupados por el otro, Francia y Alemania crearan la CEE...basta comparar lo que paso despues de la 1º guerra mundial, para entender la suerte que tuvimos...)
ah, no, no, yo soy europeísta de toda la vida del señor. a ver dónde vamos a parar ahora...
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